martes, 31 de agosto de 2010

Mano mía...

Mi mano, que resistía apegarse a una piel.
Que sólo rozaba, que no se aquerenciaba.
Mi mano tembloroza, pero convencida. 
Mano fría. No quería sentirse abrigada por el calor.
Mano reseca de besos, agrietada por falta de caricias.
Qué ya no se entrelazaba.

Mano que se escabullía entre sombras. Se escondía.
Mi mano que no quería ser recordada.
Mano sin memoria, sin pasado. 
Mano que no quería soñar, que no anhelaba.
 Mi mano, ya no llamaba.


Pero hoy mi mano...
ya no resiste.
Y se aquerencia.
Tiene certezas... y muchas dudas.
Mano caliente,
llena de caricias que la entrelazan.
Mano extrovertida que se muestra,
quiere ser mirada, deseada.
Mano que recuerda, revive... redescubre.

Mano que sueña. Tiene una utopía por cada dedo. 
Y deseos coloridos cómo las uñas que la acompañan.
Y, en voz alta o en silencio, no deja de llamar...