...Una princesa sin reino, dote, ni plebe que la enaltezca.
Una ñusta de los cerros, que soñaba en silencio ser como flor de cardón y renacer entre las espinas, gracias al calor y la luz de Inti.
Asi deambulaba, con la mirada perdida, murmurando una dulce melodía que hablaba de encuentros a destiempo y silencios imposibles de callar.
Ñusta orgullosa, cobarde quizas. Por miedo a perder el fulgor que la iluminaba, no se animó a mirar al Sol de frente. Sólo se dejaba acariciar tibiamente por sus rayos.
- " Necesito el calor de este sol - pensó.- Pero cuando me falte, en la noche fría, no podré sobrevivir."
Y asi, huyendo de la luz se perdió detrás de algún cerro y bajó por un sendero pedregozo hacia la penumbra donde habitan las almas que huyen del calor.
Dicen algunos que en los días donde el sol resquebraja la tierra y enceguese la mirada, si se sigue su reflejo hasta el final, se puede ver a la ñusta, eterna soñadora, intentando abrazar sus rayos.