Mis pies cuasi perfectos. Coloridos y estilizados, parecen hechos para zapatos de cristal, pero casi siempre andan sencillos, descubiertos de brillos.
Mis piernas largas y delgadas, se enriedan con facilidad de lo que gustan. Eso es una ventaja o una gran dificultad. Si quiero salir corriendo... se sujetan con más fuerza.
Mis caderas sobresalen por demás. Y juego dándole protagonismo o aveces sólo un papel secundario.
Mi vientre lleva las huellas de lo mejor que tengo en la vida. Esas marcas que disgustan a los perfeccionistas, quizas sean las únicas que no me molestan.
Mis pechos pequeños, estéticamente. Me gustan como son. Qué no llamen la atención.
Mi espalda con esas costillas que sobresalen cual pequeñas montañitas, y en el centro emerge la columna ergida, que sostiene todo mi ser.
Mis brazos esqueléticos, pero fuertes y firmes. Cubiertos de estrellitas negras que indican el camino hacia las manos.
Mis manos, extremadamente finas con diez dedos largos y flacos. Manos comprometidas, dan calor, dan amor. Y también ponen freno.
Mis hombros sobresalientes, siempre llevando estoico a mi cuello, que se eleva y sostiene. Se muestra y se extiende.
Mi cabeza, redonda y alargada. Con cabellos negros cubriéndola, que se enmarañan y vuelan libres por donde quieren.
Y mi rostro, descubierto. Con rasgos extraños entre india y criolla.
Orejas comunes, pequeñas. Atentas.
Ojos grandes rasgados. Revolotean curiosos, no se quieren perder nada.
Nariz que era más diminuta y dejo de serlo por un accidente. Igual cumple su función notablemente. Olfativamente.
Mi boca sencilla. Creadora de intensos decires, o estupidas frases. Dadora de besos apasionados, o fríos saludos cordiales. Guarda en ella a una lengua inquieta y dientes filosos.
Todo un conjunto de imperfectas perfecciones y defectuosos defectos.
Soy asi, como soy.
Más me miro, más me gusto. Más me quiero...
( Nadie mejor que uno para definirse.)