El círculo de terror atrapa el alma débil.
La acechan los fantasmas, tantas veces temidos,
y asi tantas veces alejados.
Vuelven una y otra vez a oscurecerla
y ya no puede dejar de dudar.
El miedo atroz sacude las ilusiones
y no quedan cercanias a la felicidad.
Los fantasmas toman el alma, se adueñan,
y convierten en gritos las voces,
y transforman la mirada.
Y el alma ya no ve.
El alma se imagina, inventa, fantasea
y crea imagenes imposibles de soportar.
Entonces el alma se pierde
entre sueños fantasmagóricos.
Y se aleja de su vida real.
El alma ya no... es.